Narrativas
Moisés Uribe
Uno de los temas que más ha afectado a la sociedad de Baja California es la seguridad. La entidad ha estado en la mira de la delincuencia desde hace muchos años. Aunque a partir de los años 90 inició su auge y desde entonces lejos de ir en declive, sigue una línea ascendente.
Está a punto de concluir el año 2021 y la entidad a superar los 3 mil homicidios cometidos con algún tipo de violencia. Hasta noviembre la incidencia delictiva estatal tiene registradas 2 mil 806 muertes dolosas, cuando el promedio por mes en los once meses pasados es de 255 asesinatos. Así que falta sumar los que se acumulen en diciembre.
Estas cifras ubican a Baja California entre los primeros estados del país más violentos, incluso durante la última visita de López Obrador a la entidad, el señor Secretario de la Defensa Nacional la Sedena, el General Luis Crescencio Sandoval la ubicó en el segundo lugar entre los estados del país con más muertes.
Pero si ahondamos un poco más, tan solo en los últimos cinco años, Baja California se ha convertido en un verdadero cementerio, lo que se puede catalogar como un lustro de muerte, ya que solamente en ese lapso se han perpetrado 14 mil 092 crímenes que han enlutados a cientos de familias, que han dejado en la orfandad a una cantidad incalculable de niñas y niños y que miles de mujeres han quedado a su suerte ante la pérdida de la pareja.
Un perfecto caldo de cultivo para la delincuencia, si tomamos en cuenta que no existen programas de gobierno para atender a esa población caída en la vulnerabilidad. En especial los jóvenes que son reclutados por las bandas criminales, lo que se convierte en un círculo vicioso interminable.
La cifra de 14 mil 092 es más grande que toda la población de El Sauzal en Ensenada, que tiene 12 mil habitantes aproximadamente; o la de Ciudad Morelos, ubicada en el Valle de Mexicali que tiene unos 10 mil habitantes; o dos veces la del poblado Los Algodones que tiene unas 7 mil personas, de acuerdo al Inegi 2020.
Imagínese que la gente de cualquier de esas poblaciones desapareciera en cinco años, suena catastrófico, pero a eso equivalen las muertes en ese lapso en la entidad. Eso sin contar los desaparecidos.
De ese tamaño es el problema de la seguridad en la entidad, y aunque el situación viene de mucho más atrás, lo cierto es que el atolladero se debe enfrentar en la actualidad y es uno de los mayores retos no sólo de la gobernadora Marina del Pilar Ávila, sino de las siete alcaldías que serán en el Estado a partir del 1 de enero del 2022, y por supuesto del gobierno federal.
El primer día del año entrante el gobierno del estado asumirá la directriz de la seguridad con la creación de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, la cual tal vez nunca debió desaparecer, conociéndose el tamaño de la problemática que pernocta en toda nuestra geografía.
Será hora de poner orden, porque en este momento, sencillamente ni hay coordinación, ni hay estrategias firmes y los homicidios se siguen acumulando. El nuevo titular de la naciente dependencia estatal, Ricardo Iván Carpio, tendrá que demostrar no solo liderazgo, sino aptitudes suficientes para frenar la incidencia delictiva que en estos momentos rebasa los 80 mil delitos en el año en todas sus formas y se encamina a llegar a los 90 mil al cierre del 2021.
El trabajo conjunto entre el estado y el municipio de Tijuana será esencial y es clave, pues es en esta ciudad donde se comente el 70% de los delitos, y por demás está decirlo que si persiste la rivalidad entre la gobernadora Ávila Olmeda y la alcaldesa de Tijuana, Monserrat Caballero, la ansiada coordinación no llegará y la oleada de delitos y de crímenes violentos proliferará.
Por muchos años se ha acentuado la percepción de que a los gobiernos, del orden que se llame, no les interesa resolver el tema de la seguridad. Aquí sólo señalamos un lustro de muertes, que se traduce en oscurantismo y desesperanza para miles de familias, ejemplo suficiente para que, quienes tienen la responsabilidad o están a punto de asumirla, muestren interés en romper esa oleada de muertes que a tantas familias enluta cada día.
