Narrativas/Moisés Uribe
Tres65news
“En el campo de la medicina, endémico se describe como una enfermedad que está constantemente presente en cierta región geográfica o en cierto grupo de personas”.
Aún no han transcurrido ni cuatro meses del 2022 y Baja California no escatima en seguir dando muestras de una esencia que no le debería pertenecer: la inocultable inseguridad que existe o bien la ausencia de seguridad como derecho ciudadano.
La violencia que se vive a diario en la entidad no distingue zona geográfica, ni día de la semana, ni edad, ni sexo, ni condición social, está a la orden del día y a la vuelta de la esquina, con una o múltiples víctimas, se presenta o se manipula de conformidad con el tamaño de la venganza.
Apenas han pasado tres meses y medio y ya han ocurrido matanzas de toda índole, lo mismo en Tijuana que en Mexicali y su Valle, en Ensenada, pasando por Tecate y Playas de Rosarito, sumando casi 700 homicidios en este lapso, es decir, un poco menos de 7 muertes violentas cada día, una verdadera tragedia.
Solo para hacer un comparativo del tamaño del problema, en el año 2020 el ejido Villa Jesús María, ubicado en el municipio de San Quintín y colindante con Guerrero Negro, BCS, registraba 456 habitantes, es decir, van muchos más homicidios violentos en este lapso del año que las personas que conforman hoy en día esa población, lo que indica que al final del año habrían desaparecido seis localidades con tales características.
La prensa digital dio cuenta hace unos días que en Tijuana fue encontrada muerte una mujer dentro de un tambo, con ese crimen llegaron a las 500 muertes violentas tan solo en esa ciudad, sin que nada ni nadie pueda evitarlo, y apenas estábamos en el día 107 del año.
Aún sin reponernos de la cruda violencia generada en el 2021, con más de 3 mil muertes dolosas, las cosas no pintan nada bien para una gran mayoría de la sociedad que vive atemorizada y no desea ser parte de las terribles estadísticas que a la autoridad pareciera no importarle demasiado.
El año pasado le quitaron la vida de forma violenta a más de ocho personas en promedio por día en el estado, es decir, cada tres horas alguien fue asesinado, lo que se ha convertido en algo tan abrumador que ya no parece espantar a nadie.
Desafortunadamente hoy en Baja California y para muchos de los habitantes, en muchas ocasiones una muerte ya dejó de ser noticia de impacto, y en aquellos lugares donde ocurren dobles homicidios, apenas resulta sobresaliente.
Uno de los tantos ejemplos fue cuando en marzo de este año en Tijuana asesinaron a dos menores, su abuela escuchó los disparos, se acercó a ver y lo que encontró fue a sus dos nietos acribillados; un día antes, una joven mujer fue atacada a balazos en Playas de Rosarito, comía con su familia a plena luz del día en un centro comercial y hasta el restaurante donde se encontraba llegó un sujeto y le disparó en la cabeza, causándole lesiones que le arrebataron la vida.
En ese mismo mes, en Ensenada un menor de edad falleció en un fuego cruzado, le truncaron la vida a los seis años edad, en Mexicali un hombre fue impactado por arma de fuego, no alcanzó a llegar al hospital cuando falleció, y ese tipo de hechos parecen no perder vigencia jamás, ocurre uno cada tres horas en el Estado, son notas que parecen repetirse pero no, esa es nuestra realidad.
De igual forma, las estadísticas parecen repetirse, no disminuyen, la estrategia implementada por la Gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda parece no estar funcionando, la presencia de la Guardia Nacional no ha marcado una diferencia, la implementación de la nueva Secretaría de Seguridad Ciudadana no ha generado aspectos positivos de alta trascendencia.
Le quedan más de cinco años y medio a este gobierno estatal, la violencia no cesa, las estrategias van acordes a los resultados y el resultado que se tiene es una ola delictiva imparable.
Sabemos que para disminuir este gran problema no hay fórmulas mágicas, ni héroes que lo debiliten, muchos menos signos de compasión por parte de quienes delinquen, pero lo que si debiera visualizarse es por lo menos la voluntad y las ganas de atenuar el grave problema en el que estamos inmersos, donde participen los entes de gobierno con los sectores de la sociedad, de lo contrario estaremos condenados a que en nuestra entidad la violencia se vuelva endémica.